Raúl Torres Rojas nació en una chacra en la provincia de La Pampa, Argentina. De su numerosa familia (era el noveno de once hermanos), varios mostraron vocación por diferentes formas de arte: teatro, pintura, música, literatura. Raúl fue el único entre ellos que hizo del arte una forma de vida, pero el talento y la sensibilidad estaban en su sangre, llegados quizás del sur de España, de donde provenían sus padres. En los años de la gran depresión la familia se trasladó a la Capital, a Buenos Aires. Allí falleció su padre, siendo él aún un niño y allí completó su educación. En su adolescencia, además de practicar varios deportes y de trabajar para ayudar a su familia, empezó a aproximarse a las diversas formas del arte.

El haber dejado la escuela prematuramente no le impidió obtener una formación cultural amplia y diversa, resultado de una curiosidad, de un interés omnipresente por la vida y el mundo que aún hoy no ha sido saciado. Pese a que dibujaba ya antes de leer y escribir y a que, ya en su adolescencia, se complacía en dibujar en su tiempo libre y era un buen dibujante y retratista por instinto, su primera aproximación al arte fue a través de la música. Estudió música y canto lírico, si bien sus presentaciones en público fueron en el terreno de la música popular. Formó parte de un trío que interpretaba música folclórica de cámara, con otros integrantes de la escuela de canto del teatro Colón. También, por un tiempo, actuó profesionalmente como cantante de tangos en emisiones radiales. Hizo en esa época algunas breves incursiones en la actuación, en radioteatros y también en alguna película, aunque en papeles muy menores.

Finalmente, volvió a su primer vocación y se hizo de una sólida formación en dibujo y pintura, con profesores tan notables por su formación técnica como Araceli Vázquez Málaga y Héctor Cartier. Muchos años después los críticos de su obra pictórica coincidían en la fácil, casi espontánea, solidez estructural de sus pinturas y su detallada composición, que probablemente se originó en estos estudios con profesionales de técnica impecable. Con todo, la libertad fantasiosa del color, la temática y las transparencias son un rasgo propio e inconfundible de su obra y la expresión de una personalidad furiosamente vital. Descubrir y recrear la belleza es un don y una necesidad que se expresa en sus pinturas.

Con todo fue después de su matrimonio y de su traslado a la Ciudad de Mar del Plata, en 1951, que decidió tomar la pintura como una profesión y una forma de vida. Viviendo junto al mar, ante las extensas playas del Atlántico, las barcas pesqueras y los grandiosos cielos del invierno, elementos que siguen volviendo en sus paisajes, empezó a desarrollar su pintura por el camino que ha seguido hasta la fecha; un camino que evoluciona permanentemente, sin dejar perder su raíz estética.

A partir de entonces pintó un sinnúmero de cuadros, hubo exposiciones, concursos, premios y, sobre todo, creación y elaboración estéticas.

A comienzos de los setenta participó intensamente en la actividad artística institucional de la ciudad en la que vivía, tan intensamente que disminuyó en forma notoria su propia producción, para alentar y dar a conocer la obra de otros pintores, especialmente los más jóvenes de su ciudad de adopción. Fue socio fundador (con el carnet número 2) de la Asociación Marplatense de Artistas Plásticos y su secretario durante 2 años, aunque, posteriormente, rechazó la propuesta de postularse como presidente en las próximas elecciones de la Asociación. Fue una etapa de intensa actividad cultural: la Asociación organizó salones, certámenes, talleres, etc. También encaró actividades insólitas de divulgación. Por ejemplo, durante un tiempo, bajo el lema "Sus artistas pintan para su gente", los pintores marplatenses, muchos de ellos con trascendencia nacional, pintaban al aire libre los domingos en las plazas principales e incluso en la banquina de pescadores, para que sus conciudadanos los conocieran y los vieran trabajar, y pudieran tener un diálogo directo con los artistas plásticos. Hubo un fuerte apoyo a los profesionales jóvenes y la oportunidad de llamar la atención sobre todos los pintores. Logró todo esto con el fuerte apoyo de sus colegas, de los medios de difusión locales (prensa escrita, TV, radio) que presentaban reportajes, mesas redondas y difusión de actividades. El entusiasmo y el trabajo de Torres Rojas fueron claves en este desarrollo. De hecho, en ocasión de realizarse en Mar del Plata una conferencia internacional sobre el agua, fue seleccionado para representar las actividades culturales de la ciudad, lo que incluyó su aparición en un documental cinematográfico de presentación de la ciudad y un largo reportaje en su casa y su taller que mostró al hombre y al pintor en todo el mundo.

Finalmente dejó un poco toda está actividad pública para retornar al desarrollo de su obra, de su estilo, del particular colorido de su visión del mundo. Ya no iba a detenerse. Hubo una única interrupción en su desarrollo, debida a la muerte de su esposa en 1987. Recién un par de años después reinició su camino artístico.

En 1989 volvió a Buenos Aires, la ciudad de su juventud, formó una nueva pareja y se vinculó con la firma Cambridge, Christner & Weiss, que haría conocer su obra en parte de los Estados Unidos de América. Desde entonces hasta la fecha, su evolución como pintor se volvió apremiante, con una dinámica aún mayor que la que había tenido en épocas anteriores de su vida.

Desde 1973 hasta la fecha, Raúl Torres Rojas ha presentado alrededor de 60 muestras individuales y cantidad de muestras compartidas. en Argentina, Brasil, Uruguay y U.S.A., especialmente en las galerías "Palatina", "América" y "Pozzi" de Buenos Aires, "Guignard" y "Bolsa de Arte", de Porto Alegre (Brasil), "Portal" de Saõ Pablo (Brasil), Frank J. Oehlschlager y Chasen Gallery en Sarasota (U.S.A.)

Raúl Torres Rojas ha sido también y aún es, un poeta. Sus poesías están cargadas con generosas dosis de emoción, pero evidencian un manejo tan completo de las imágenes como el que muestran los trazos, planos y transparencias de su obra pictórica, que es por, supuesto, mucho más abundante y conocida.

Quizás la poesía esté en su mirada, en su percepción del mundo, que luego expresa, da a los demás en su obra. La intensidad, el amor por la vida, en esa mirada transfigura las imágenes y nos hace ver el mundo como nunca podríamos haberlo visto por nosotros mismos.

Será Arte.